¿Qué tiene que pasar para que el mundo vea a México como lo que es: la tumba de los derechos humanos? La pregunta del periodista italiano Federico Mastrogiovanni queda en el aire frente a escritores, ensayistas y periodistas nacionales y extranjeros que el fin de semana participaron en una jornada de protesta organizada por PEN México, como parte de las actividades de la misión que realizó durante esta semana el PEN Club International.
El escenario no es alarmista ni mucho menos gratuito: en sólo ocho años, más de 162 mil personas han sido asesinadas y por lo menos 22 mil están desaparecidas. Y la prensa que debería contar estas historias está sometida a la censura criminal o a la autocensura de sobrevivencia. Plata o plomo ha sido la alternativa para muchos reporteros, fotógrafos y editores. Según cifras oficiales de la Procuraduría General de la República (PGR), en los últimos quince años, 103 periodistas han sido asesinados y 25 están desaparecidos