
La visita debe ser leída e interpretada desde tres ángulos: el de la política general de las derechas mexicanas que se manifestaron muy católicas. Desde la política electoral mejicana, es decir, la búsqueda del apoyo simbólico papal al candidato oficial. Y desde el interés vaticano para obtener privilegios, en un Estado bastante laico, desde hace unos 70 años.
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