
Francamente no me puedo explicar cómo puede celebrarse el segundo centenario de la independencia de México y, al mismo tiempo, propiciar su dependencia. Calderón se inflama de sentimiento patrio para conmemorar a los héroes que dieron su vida para lograr una nación digna y soberana, pero no se detiene en su afán de entregar el país al extranjero: ante un grupo de inversionistas alemanes se explayó , con absoluta confianza, en asegurar que “su gobierno” hace su mayor esfuerzo para hacer de México el mejor lugar para invertir; dijo aspirar a que sea el mejor lugar del mundo para el capital internacional y, para ello, ofrece a los inversionistas el oro y el moro, la mayor seguridad para su dinero, la mano de obra más barata, las mejores condiciones fiscales y, ante todo, un gobierno dispuesto para servirles.
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